BIENVENIDOS A LA TIERRA DE LOS SURFSKATEPARKS
Pongamos todo en contexto:
Con la construcción de más de cien parques de surfskate en menos de dos años y cientos de adeptos uniéndose al movimiento cada mes, Tailandia se convirtió en el lugar ideal para cualquier apasionado del concrete-surfing. Y nosotros no podíamos perdernos esa fiesta.
El 2022 comenzó con las mejores noticias posibles: Tailandia reduciría la cuarentena obligatoria a la llegada a solo 24 horas a partir de marzo, una diferencia considerable respecto a los anteriores (e imposibles de manejar) 14 días de cuarentena. Realizamos llamadas, planificamos parcialmente la ruta y reservamos vuelos. Pronto estábamos comiendo pretzels en el aeropuerto de Frankfurt mientras esperábamos nuestro vuelo a Bangkok.
Las primeras 24 horas transcurrieron tan tranquilas como el covid nos lo permitió. Después de recibir el último resultado negativo de la prueba de covid, nos dirigimos hacia el mundo exterior para una revisión obligatoria del vecindario, con los surfskates en mano. Logramos patinar en algunos lugares cercanos antes de que hiciera demasiado calor para nuestros cuerpos acostumbrados al invierno europeo, y visitamos algunos mercados locales para nuestro deleite.
Pasamos el resto de los días en el sur conduciendo y explorando los alrededores naturales, visitamos un par de playas paradisíacas y realizamos otra demostración en el increíble parque de surfskate The PlayYard cerca de Phuket.
La calma y la vida utópica del sur fueron buenas, pero necesitábamos experimentar la locura y autenticidad de Bangkok. Pasamos nuestro primer día de regreso en la capital recorriendo las zonas populares y menos conocidas en busca de lugares urbanos y disfrutando de todos los clásicos tailandeses. Som Tam, Pad Thai, Chicken Satay... y más! La vida es buena en Tailandia.
Pasamos los últimos días del tour recorriendo la ciudad tratando de patinar en algunos de los lugares clásicos que habíamos visto muchas veces en videos de skate. Nos echaron del lugar donde se grabó el truco final de una película antes de que pudiéramos patinar, c'est la vie. Visita obligatoria a los templos principales, un crucero nocturno por el barrio chino, más Pad Thai. El ambiente estaba genial.
De vuelta en el aeropuerto y con el corazón lleno, nos despedimos diciendo "hasta pronto" al país que nos lo había dado todo.
Un agradecimiento infinito a la comunidad tailandesa, nuestros riders, distribuidores y a todos los que nos ayudaron en el camino. Este viaje quedará en los libros de historia.